Hace tiempo conocí a Patricia Salgado, en una pequeña quedada improvisada. Justo Apple acababa de fichar a Ángela Ahrendts, ex directora general de Burberry. Ella venía de revolucionar el punto de venta de una marca tan mítica como es Burberry en Inglaterra, y nos preguntábamos el motivo de ese movimiento en Apple. Normalmente cuando sucede esto hay una estrategia de compañía sumamente importante y clave para su futuro. No sé si he dado con ella pero ha impulsado este post.
Por qué pasar de la moda y la belleza a la tecnología
Siempre se dice que toda generación tiene una seña de identidad. La de ésta es la tecnología. Tener las últimas deportivas que lleva tu artista favorito o los últimos jeans que ha puesto de moda la super modelo de turno pasa desapercibido. Ahora, subir una foto a Instagram con el último iPhone o sacar el mejor Vine con los colegas es lo más cool.
Ahora los gadget y, más concretamente, la telefonía define a los jóvenes. Se convierte en un estilo de vida. Los dispositivos móviles parecen sus trajes a medida porque les dan rapidez y capacidad para hacer y/o gestionar casi todo lo que a ellos les importa. Desde una simple aplicación móvil pueden captar un momento, retocarlo, ponerle música y crear una ‘mini’ historia para compartir con los colegas.
Si para mi ya es importante actualizar mi móvil, no quiero ni pensar en el caso de aquellos nativos digitales. Renovar su dispositivo móvil cada año debe ser como el respirar en su mundo. Aún así sus gustos no cambian tan radicalmente, es decir, les sigue interesando la moda, la belleza, los viajes… y las marcas, en este caso del sector tecnológico, son conscientes que tienen que gustarles a ellos. Tienen que colarse en su mundo y formar parte casi indispensable de su día a día.
Apostaría a que, desde que las teleoperadoras no regalan móviles, muchos ahorran 700 euros para un iPhone. Cuando hace tres o cuatro años el gasto en ropa para un joven era mayor que el de tecnología.
Quizás por eso las principales empresas tecnológicas más importantes contratan a CEO de la moda y la belleza. Venden para un nuevo target más techy y presumido. Y lo que no quieren es acabar siendo un ‘low cost’ sino mantener esa imagen aspiracionar que las marcas de moda poseen.
Sillicon Valley necesita expertos en retail capaces de vender lujo a, en muchas ocasiones, un target que a priori no se lo puede permitir pero es sumamente aspiracional. Más cuando la tecnología seguirá inundando nuestras vidas, como un tsunami imparable, y en Navidad empezaremos a encontrar cartas a los Reyes Magos pidiendo una pulsera inteligene o un smartwatch.
Ivy Ross, procedente de Calvin Klein y GAP, fichada por Google; Vince Hudson, ex general manager de Procter & Gamble, fichado por Samsung; o Paul Deneve , ex director ejecutivo de Saint Laurent, Patrick Pruniaux, ex vicepresidente de ventas en Tag Heuer, y Catherine Monier, antigua presidenta de Saint Laurent Europa, tienen el reto de alcanzar a esos jóvenes interesados en moda y belleza, a través de intangibles con el deseo de lo que veo es lo que quiero, como hacen las pasarelas de moda.
¿Difícil tarea?