Tanto si eres conscientes o no, la mayoría de los anuncios que nos muestran hoy en día están de una u otra manera targetizados. La mayoría de los datos se capturan de nuestras actividades diarias, tales como viajes, compras, llamadas telefónicas o el simple hecho de navegar por Internet. La cantidad de información que desprendemos involuntariamente e inconscientemente es recogida y aprovechada por las marcas para ofrecernos ofertas, productos o servicios adaptados a nuestras necesidad, conducta o preferencias.
La semana pasada leía que la cadena de supermercados británica, Tesco, anunciaba su intención de instalar pantallas publicitarias en sus 450 gasolineras en Reino Unido. Éstas ofrecerán contenido a una audiencia semanal de más de 5 millones de personas basándose en la edad y género, escaneando y targetizando a los clientes mientras hacen cola en la caja para, a continuación (en tiempo real), impactarles con publicidad a medida.
Desde la perspectiva de los consumidores se producen una gran cantidad de reacciones negativas. Comentarios que reflejan un sensibilidad por parte del público a las cuestiones de privacidad. Ahora, desde la perspectiva de la marca, esta herramienta se ve como una gran ayuda para mostrar anuncios susceptibles de interesar a un consumidor concreto y desterrar el hecho de sentirnos bombardeados por publicidad que nos es irrelevante. Este tipo de sistemas abre camino hacia la capacidad de leer expresiones faciales y usando este análisis del estado anímico de la persona en ese momento, junto con otros factores internos y externos como noticias e información puntual del tiempo, las pantallas podrán ajustar el precio de los productos en tiempo real, por ejemplo.
Yo no me lo invento. Ni lo he sacado directamente de Minority Report. De hecho se cree que Google y Facebook están desarrollando tecnologías similares. Google se centra en un sistema publicitario de ‘pago por mirada’ en base a la expresión facial de un usuario frente a la publicidad. Facebook por su lado que con la cantidad de datos e imágenes que hay en su red, puede realizar un reconocimiento de cara desde fotografías y mostrar productos basados en los gustos de cada usuarios.
¿Estás dispuesto a aceptar que tu actividad cotidiana se observe y analice para que te impacten publicitariamente?
Entiendo que te sientas incómodo e inicialmente hasta molesto, sin embargo, si te ‘recompensan’ con ofertas relevantes y descubres productos adecuados a tus necesidades tu opinión puede cambiar. Lo que si recae en el lado de la ética de quienes nos dedicamos al marketing y la publicidad es velar por un equilibrio entre privacidad y personalización.
2 comments
En general no tengo demasiados problemas en que estas empresas tengan algo de información sobre mi siempre y cuando apliquen esa información para ofrecerme un mejor servicio. Por ejemplo, no me importa que Google sepa cómo uso Gmail si a cambio va mejorándolo para que me sea más útil. Tampoco me importa que rastreen las tiendas que visito, los artículos que leo o lo que sea siempre y cuando sirva para mejorar mi experiencia.
Sin embargo, por el momento aún hay un largo camino por recorrer. Demasiadas veces me he encontrado un retargeting demasiado agresivo y evidente. Al buscar ‘casa rural’ en Google las siguientes dos semanas adsense solo muestra anuncios de montaña… No me interesa demasiado, solo quería ver el precio de una casa rural meses antes de plantearme alquilarla, no quiero ver anuncios de rafting y botas de montaña. Igual que tampoco me suele interesar que Amazon me siga mostrando como “recomendado para mi” cosas idénticas a las que ya he comprado: Amazon, YA LO HE COMPRADO.
Como bien dices: Debe haber un punto de equilibro entre privacidad, personalización y yo añadiría utilidad. Ahora mismo me da más sensación de ‘gran hermano’ que utilidad y personalización real.
Coincidimos en los argumentos que expones y especialmente en que aún hay un largo camino por recorrer para llegar a la utopía de un correcto retargeting. Sin embargo, como en todo, en algunas ocasiones las prisas y ansias les pierden a las marcas y/o soportes publicitarios (como Google o Amazon) haciendo que sus campañas sean tan agresivas en frecuencia como inútiles en contenido porque al final la tecnología y el momento actual son los que son. Es decir, siguiendo tu ejemplo de la Casa rural, tiene sentido que quizás quien hiciera una búsqueda de ‘casa rural’ sea una persona aventurera, deportiva, a quien un equipamiento de montaña adecuado le hubiera podido interesar. Ahora, deduzco que no es así pero eso la tecnologías, a día de hoy, no puede saberlo con tanta exactitud. En muchas campañas de este tipo, la frecuencia de exposición es el peor condimento para que la campaña venda.